La Princesa De Luz, Recorrer El Mundo
Por la maƱana temprano, y con el sol escondido entre grandes espumas blancas, Guillermo comenzaba a recoger todo el puesto montado. Elisea estaba terminando de guardar los artĆculos y demĆ”s ingenios de origen desconocido en decenas de paquetes de madera. Ambos terminaban de montar todo en el carruaje, cuando se despertó la pequeƱa Isabel.
Miró extrañada a los mayores, y preguntó.
- ¿Nos vamos ya?
- Si, cariƱo. Sólo estamos dos dĆas en cada ciudad.- comentó Elisea con dulzura.
- Yo me querĆa quedar Elisea, me gustaba esta ciudad.- aƱadió con tristeza.
- Vamos a recorrer el mundo, Isabel.- zanjó la conersación Guillermo con su potente voz.
- Entonces, vƔmonos ya.
Elisea y Guillermo se echaron a reir ante la ocurrencia de la pequeƱa. Segundos despuĆ©s montaban en el carruaje y callejeaban por las calles de la ciudadela, rumbo a los caminos. Isabel veĆa aquellas calles como si fuera la Ćŗltima vez. Algunas lĆ”grimas emergĆan y navegaban por las mejillas de la pequeƱa. Elisea intervinió.
- El aƱo que viene regresaremos, no te preocupes Isabel.
- ¿Sólo un aƱo tardaremos en recorrer el mundo?
- Tardamos menos, pero dejamos varios dĆas para descansar de tanto viaje.
Una sonrisa iba apareciendo en la cara de la pequeña.Estaban llegando a las puertas principales de la ciudad. Las imponentes puertas de madera se comenzaron abrir lentamente. El guardia se despidió de ellos con una sonrisa y una frase.
- Espero que vuelvan en poco tiempo, seƱores.
- En un aƱo nos volveremos a ver, ahora nos toca recorrer el mundo.
- Espero que el mundo sea de tu agrado, no siempre lo es.- comentó guiñando un ojo a la pequeña.
Isabel se despidió del guardia con una sonrisa.Los mayores arrearon los caballos, y tras ponerse al trote, Guillermo soltó un poco las correas. La pequeƱa seguĆa mirando a la inmensa ciudad que se alejaba entre grandes Ć”rboles. Un silbido comenzó a sonar cada vez mĆ”s cerca. Elisea se asustó, pero Ć©l la tranquilizó con un beso. Segundos despuĆ©s, una flecha clavó su punta de hierro en una esquina del carruaje. La pequeƱa se acercó y vio que tenĆa una pequeƱa carta atada con una cuerda.
- No la toques, Isabel.- comentó Elisea, con miedo en la voz.
- No os preocupƩis, es una carta.- dijo quitando la flecha del carruaje y desatando el nudo.
Abrió la carta, y una sonrisa emergió de la comisura de sus labios.
"Querida pequeƱa:
Espero que tu estancia en esta gran ciudad haya sido de tu agrado. Muy pronto volverĆ”s muy cambiada, y espero que te acuerdes del valiente guardiĆ”n que te salvó un dĆa. Ten por seguro que serĆ”s una gran seƱora dentro de muchos aƱos. Ahora recorre el mundo con tranquilidad, pues es algo maravilloso.
Guarda la flecha, y cuando regreses dentro de un año, búscame en el mismo sitio donde te salvé.
Tu GuardiƔn."
Que majete el seƱor guardiƔn, este seguro que sabe quiƩn es realmente y estƔ feliz por verla alejada de todo mal.
ResponderEliminarJesús me encanta tu blog, me encanta como escribes. Consigues con tu forma de expresarte transportarme como una pluma a aquél sitio fantÔstico que cuentas,... siempre
ResponderEliminarEres un maestro.
Sigue asĆ.
Un besazo.
me gusta estoi deseando saber como sigue :D ahhh y sube prontito la siguiente parte ^^
ResponderEliminarsigue asi seƱorito ;)
Parece super interesante, me ha encantado!!!
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